El ministro Jaime Saavedra, así como sus adeptos, deben de dejar ya de pretextar los famosos "intereses subalternos" de sus acusadores. Los supuestos intereses no tienen nada que ver con los fundamentos de la acusación.

Que el ministro se ciña a desvirtuar los cargos de corrupción que figuran en el expediente: eso es lo objetivo.

Todo el mundo puede tener intereses subjetivos, pero eso no desvirtúa  los fundamentos objetivos en los que se basa la acusación.